
“Saber aceptarse”, de Lisa Engelhardt.
He empezado a leer y me he centrado en diez párrafos de los veintiocho existentes. Seguidamente paso a escribirlos.
Aceptarse es la única verdadera fuente de serenidad.
Cuenta con tus propios altibajos; es posible vivir con ellos y a pesar de ellos.
Cuando hayas hecho las cosas lo mejor posible, tranquilízate.
Deja el resto en manos de Aquel cuyo amor y sabiduría envuelve todo cuanto haces.
Estás en constante devenir.
Aprecia todo lo que has sido, lo que eres y lo que serás.
Deja de intentar ser perfecto.
Tú posees todo cuanto necesitas para llegar a ser todo lo que tú supones que debes ser.
Acepta tu humanidad; te está permitido tropezar.
Acepta tu divinidad; el Dios que hay en ti te capacita para levantarte de nuevo.
Ignora las críticas injustas. Los demás no pueden herirte si tu mismo no lo permites.
No intentes dar gusto a todos. La caridad comienza por uno mismo: gústate a ti mismo.
No rechaces parte alguna de ti mismo. Lo que tú consideras “basura”, puede convertirse en terreno abonado para una nueva vida.
Cuando la oscuridad te rodee y extinga toda esperanza, confía en que Dios volverá a reavivar tu espíritu.
¿Sabemos aceptarnos?